sábado, 26 de octubre de 2024

Nobel a los micro-ARN

Los genes se prenden y se apagan ejecutando la gran obra, leyendo pequeñas señales inscritas en la partitura.

Por: Moisés Wasserman

 

Este año los Nobel en ciencias naturales fueron una colección fascinante de relatos, que darían para un buen rato. Me toca escoger uno, así que me decidí por el de Medicina y Fisiología, que se otorgó en esa frontera difusa entre la biología, la bioquímica y la genética.

Para entender de qué se trata hay que irse a los antecedentes. Hoy es bien sabido que los genes están en el núcleo de las células, codificados por el ADN. Su descripción fue una revolución científica y llevó a lo que llamaron el "dogma de la biología molecular", un esquema de flujo de la información genética.

La información está en el núcleo de las células en una larga secuencia de ADN escrita con cuatro letras; partes de la secuencia se 'transcriben' a ARN, en un lenguaje de cuatro letras también, y se transportan al exterior del núcleo, al citoplasma, donde se 'traducen' en proteínas con un lenguaje de 20 letras. Esas proteínas son las responsables de toda la funcionalidad del ser vivo: lo mueven, transforman materiales y energía, y fabrican productos variados.

Prácticamente todos los hechos de la biosfera cuadran con esa descripción. Por supuesto, como sucede con todos los dogmas, también a este le surgieron preguntas y objeciones. El esquema general es claro, pero los detalles menos, y, como sabemos, el diablo está en los detalles. Durante los setenta y pico años que siguieron, muchos de ellos se aclararon y generaron más interrogantes aún.

Este Nobel lo ganó la simple historia, que es, ella misma, suficientemente maravillosa.

 Una pregunta que surgió temprano fue la de cómo se especializan las células para ejercer funciones tan diferentes unas de otras. Se sabía que todas las células tienen la información completa del organismo en sus núcleos. Si alguien lo dudaba, vino Dolly a comprobarlo (un núcleo de una célula cualquiera dio origen a una oveja completa, indistinguible de otra nacida como suelen nacer las ovejas).

Entonces, si todas las células tienen la misma información, ¿por qué unas se dedican a ser cerebro, otras a hueso y unas más a hígado, ejerciendo funciones tan diferentes y siendo estructuralmente tan distintas y particulares? La respuesta obvia es que debe haber señales que regulan el flujo de información en el embrión, para que algunos genes se expresen y otros no, en cada tipo de célula.

Y acá, por fin, llegamos a la historia del Nobel de este año. Victor Ambros y Gary Ruvkun hacían su posdoctorado en el mismo laboratorio por el año 1980. Ya se sabía que no todo el ADN se transcribe a ARN, como decía el 'dogma', y se conocían secuencias sin ningún sentido, que muchos llegaron a pensar que eran basura. Los hoy premiados encontraron que unas de esas secuencias producían unos ARN muy pequeños, unos micro-ARN sin función clara. Desde entonces se dedicaron a dilucidar qué hacían.

Trabajar en el modelo experimental adecuado es uno de los secretos del éxito, y ellos trabajaron con un gusanito transparente, de menos de un centímetro, con un nombre más largo que él: Caenorhabditis elegans. Tiene apenas 959 células: neuronas, intestino, músculo, piel y algunas más. Este es el cuarto Nobel que se gana ese gusanito.

Esos micro-ARN resultaron con la capacidad de unirse a algunos mensajes e inactivarlos, prendiendo y apagando así funciones diversas. Eso completaba, con otros factores ya descritos, la melodía de la sinfonía de la vida: entran a tocar los violines, luego los reemplazan los vientos, después, una secuencia con oboes y fagots, un silencio y, finalmente, timbales. Así, los genes se prenden y se apagan ejecutando la gran obra, leyendo pequeñas señales inscritas en la partitura.

Seguramente encontrarán pronto cómo usarlos para fabricar algo 'útil' (y así tranquilizar a los que esperan una aplicación). Pero este Nobel lo ganó la simple historia, que es, ella misma, suficientemente maravillosa.

6 comentarios:

Luisa Maria Velez Gordillo dijo...

Wasserman logra transmitir un gran concepto sobre la biología molecular. Refleja la complejidad de los procesos biológicos, aunque el autor destaca muchos puntos destacados sobre la investigación, es inevitable pensar en las posibles aplicaciones de este descubrimiento. Los microARN podrían tener un gran potencia en el desarrollo de nuevos tratamientos para enfermedades, por lo que el cuidado de esta debe ser sumamente importante.

Maidy Lizeth Penagos Herrera dijo...

Me parece asombroso cómo el Nobel a los micro-ARN revela que los genes pueden "prenderse y apagarse" como instrumentos en una orquesta, lo que aclara por qué las células tienen funciones tan diversas. El pequeño gusanito *Caenorhabditis elegans* ha sido fundamental en estos descubrimientos, ya que gracias a este, se puede demostrar que organismos tan simples pueden tener un impacto enorme en la ciencia. Creo que estos hallazgos no solo transforman nuestra comprensión de la biología, sino que también abren nuevas posibilidades para la medicina, prometiendo avances significativos en tratamientos y diagnósticos........

Anónimo dijo...

Me parece sensacional el impacto revolucionario de los micro-ARN en nuestra comprensión de la biología y la medicina, ya que es un recordatorio poderoso de la importancia de cuestionar y explorar. Este descubrimiento muestra cómo la curiosidad científica puede convertir supuestos 'residuos' en claves que pueden llegar a ser soluciones innovadoras.
Leidy Daniela Ramirez Vargas

Anónimo dijo...

el artículo explica que los genes se encienden y se apagan ejecutando la gran obra de la vida, leyendo pequeñas señales inscritas en la partitura. Los genes están en el núcleo de las células, codificados por el ADN. La información genética se transcribe a ARN y luego se traduce a proteínas, que son las responsables de las funciones del ser vivo.
Pero surgieron preguntas sobre cómo las células se especializan y desarrollan funciones tan diferentes, si todas tienen la misma información genética. La respuesta es que existen señales que regulan el flujo de información, permitiendo que algunos genes se expresen y otros no en cada tipo de célula.
Los ganadores del Nobel, Victor Ambros y Gary Ruvkun, descubrieron los micro-ARN, que son secuencias de ARN muy pequeñas que pueden unirse a mensajes e inactivarlos, encendiendo y apagando así diversas funciones. Esto completa la sinfonía de la vida, donde los genes se encienden y se apagan leyendo esas pequeñas señales.

Juan Manuel Suarez Castañeda

Sebastián Alvarado plazas dijo...

Que interesante este gusanito que su nombre es más largo que si mismo, sorprende la historia, cómo los genes pueden activarse y desactivarse, genial está historia y muy interesante!.

María José dijo...

Este autor concluye resaltando que la ciencia siempre busca avances, este gran logro nos muestra la maravilla de los desarrollos científicos que buscan expandir la comprensión de la vida. Wasserman menciona que este diminuto gusano debido a su simplicidad estructural y transparencia facilita la observación y análisis de las células, lo cual ha sido esencial para la ciencia.
MarÍa José Suarez Silva
u20241222890