lunes, 24 de septiembre de 2018

Grasas trans, qué son y por qué son tan dañinas



Varios especialistas explican los riesgos de consumir este tipo de ácidos para la salud.



Cinco comidas que le producen acné y cinco consejos para evitarlo




Las grasas trans están presentes en altos porcentajes en alimentos como los helados
y en toda la denominada ‘comida rápida’, como hamburguesas, pollo frito y perros.

Desde hace tiempo se han puesto de moda las dietas bajas en
grasas que reducen la ingesta de este tipo de nutrientes a su 
mínima expresión. 
Sin embargo, lo primero que hay que saber es que existen 
distintos tipos de grasas y no todas son dañinas para el 
organismo, ni mucho menos. 

Están las monoinsaturadas, las poliinsaturadas, las saturadas y 
las trans o hidrogenadas. Las primeras están presentes en muchos
alimentos ricos en nutrientes y beneficiosos para la salud, como en
el aceite de oliva, en el aguacate y en muchos frutos secos.
Las segundas, también necesarias, “están constituidas por los ácidos
rasos omega 3 y 6”, detalla José Luis Palma, vicepresidente de la
Fundación Española del Corazón. Los ácidos grasos omega 3 se
encuentran en los pescados azules, como el salmón y la sardina,
entre otros. Los omega 6, por su parte, se hallan en aceites vegetales
como el de girasol y el de soya.

Luego están las grasas saturadas, presentes en alimentos de 
origen animal, pero también en los aceites de coco y palma.
Estas grasas hacen aumentar los niveles de colesterol LDL, 
conocido como el colesterol malo, por lo que consumirlas 
en exceso puede tener consecuencias negativas sobre la 
salud cardiovascular.
Por último aparecen las grasas trans o hidrogenadas, las más 
perjudiciales para la salud. “El primer efecto de los ácidos
grasos trans es aumentar los niveles de colesterol total, sobre
todo del colesterol LDL (malo), mientras que hacen disminuir el
colesterol HDL (bueno)”, explica José Luis Colomer, cardiólogo
del Hospital Vithas Nisa Aguas Vivas, en la provincia de Valencia
 (España). Este último colesterol, prosigue el experto, ejerce una
 labor de limpieza de las arterias, por lo que es fundamental para
preservar la salud del organismo y la del corazón.

Según los dos especialistas, existen dos fuentes de ácidos grasos
 trans que también deben diferenciarse y conocerse: la natural 
y la artificial o industrial. 
La primera proviene de los animales rumiantes como las vacas,
ovejas o cabras. “Las bacterias del rumen de estos animales
realizan una hidrogenación parcial de los ácidos grasos que se
encuentran en las hojas, tallos y raíces que comen, así como en los piensos. Los ácidos grasos trans generados se absorben y se 
incorporan a los músculos y a la leche de los animales. Por esta
 razón, se encuentran en pequeña cantidad en la carne de vaca,
cordero y cabrito y en la leche”, describen.

En este sentido, indican que aproximadamente un 5 por ciento del
consumo total de ácidos grasos trans que ingieren las personas es
de este tipo, el natural, a través de la ingesta de productos como la mantequilla, la nata, la leche o la carne. Es decir, este porcentaje
por si solo no es dañino para el organismo. El problema es cuando
se añaden las grasas trans de origen industrial, que se crean al
hidrogenar parcialmente los aceites vegetales. “El proceso consiste
en añadir hidrógeno a presión en presencia de níquel, un metal que
se utiliza como catalizador de la reacción”, explica José Luis Palma.

Esta técnica se emplea para incrementar la vida útil de los 
alimentos y para incidir en su sabor y textura. Así se obtienen
grasas y aceites para freír, bollería industrial, galletas, snacks y
otros aperitivos, helados, batidos, congelados, sopas y salsas
preparadas y, en general, toda la denominada fast food 
(hamburguesas, perros calientes, pollo frito y papas fritas, 
entre otros). Las grasas trans de producción industrial también
están contenidas en grasas vegetales, como la margarina, y en 
los alimentos precocinados.

Los expertos alertan que la mayoría de grasas trans que ingieren 
los seres humanos en la actualidad provienen de estos alimentos procesados y cero naturales. La propia Organización Mundial de 
la Salud (OMS) recomienda que el consumo total de este tipo de
grasas se limite a menos del 1 por ciento de la ingesta energética
total diaria, lo que se traduce en menos de 2,2 gramos al día con
una dieta de 2.000 calorías.
Obesidad y enfermedades
Los médicos consultados alertan de que un consumo mayor de un
gramo al día de grasa trans produce un aumento de la rigidez de la
arteria carótida e incide directamente en la aparición de problemas cardiovasculares y de sobrepeso. Este mismo efecto se observa con
el consumo de grasa saturada, pero en cantidades superiores a 10
gramos al día. Es decir, la grasa trans tiene el mismo efecto sobre
la pared arterial que la grasa saturada, pero a mucha menor cantidad
de consumo.

“Los fabricantes suelen usarlas porque tienen un tiempo de
conservación más largo que otras grasas. Sin embargo, 
se pueden utilizar alternativas más saludables que no afectan 
el sabor ni el costo de los alimentos”, asegura la OMS, 
que estima que cada año la ingesta de grasas trans causa más 
de medio millón de muertes por enfermedades cardiovasculares. 
“Las dietas ricas en grasas trans 
aumentan el riesgo de cardiopatía en un 21 por ciento y de muerte
en un 28 por ciento”, subraya el organismo que publicó una guía
denominada Replace con pasos a seguir para eliminar los ácidos
grasos trans de producción industrial en los alimentos.

Entre las recomendaciones está “la “aprobación de medidas
reguladoras para eliminar el empleo y consumo de estas grasa industrializadas en la alimentación”.

Dinamarca fue el primer país en imponer restricciones a la
producción industrial de grasas trans en 2003 y otros lugares
han seguido su ejemplo. Como la ciudad de Nueva York, donde,
en 2008, se prohibió su uso en la fabricación de alimentos. 
“Esta medida ayudó a reducir el número de ataques cardíacos 
sin cambiar el sabor o el costo de los alimentos. Eliminar su 
uso en todo el mundo puede salvar millones de vidas”, afirmó 
ese año Michael R. Bloomberg, exalcalde de la ciudad.

martes, 11 de septiembre de 2018

Your Practical Guide to Lactose Intolerance


Tomado y traducido de Cleveland Clinic


Your Practical Guide to Lactose Intolerance
Gritas por un helado, pero cada vez que te dedicas a un cono, tu estómago te responde. El problema podría ser que su cuerpo no puede procesar lactosa. Un diagnóstico de intolerancia a la lactosa puede ser desconcertante. Pero eso no significa necesariamente que tenga que despedirse de todos los productos lácteos, dice el gastroenterólogo Bret Lashner, MD. Parte de lidiar con la afección es saber qué alimentos tienen más probabilidades de afectarlo. A continuación, el Dr. Lashner explica por qué existe intolerancia a la lactosa, cómo se diagnostica y qué se puede hacer para controlarla. Diagnosticar la intolerancia a la lactosa La lactosa es un azúcar que se encuentra en la leche. Una enzima conocida como lactasa (producida por una lactobacteria intestinal) descompone la lactosa en el intestino. Pero si su cuerpo no tiene suficiente lactasa, y a que la lactosa viaja a través de su intestino, liberará gases y productos fermentables, lo que produce dolor y diarrea, dice el Dr. Lashner. La versión para adultos de la intolerancia a la lactosa puede aparecer a medida que envejece. Una prueba de aliento de hidrógeno puede determinar si usted es intolerante a la lactosa. En esta prueba, los pacientes reciben 25 gramos de lactosa para beber, y su respiración se mide durante varias horas. Si la lactosa pasa al colon y se fermenta, los niveles de hidrógeno en la respiración aumentan también, lo que indica un caso de intolerancia a la lactosa, dice el Dr. Lashner. También hay un método simple. Deje de comer alimentos que contengan lactosa y lleve un diario de alimentos para controlar si los síntomas desaparecen. ¿Qué alimentos son los culpables? La leche, el queso crema, el helado, la crema agria, el requesón y ciertos quesos blandos son especialmente ricos en lactosa. Sin embargo, no todos los productos lácteos son iguales. Por ejemplo, el yogur contiene bacterias que descomponen la lactosa. Sin embargo, eso no significa que esté libre de lactosa. "Aconsejo a los pacientes que eviten el yogurt, aunque siempre puedes probarlo y ver si te molesta", dice el Dr. Lashner. Tenga cuidado al comer alimentos que también contengan ingredientes con lactosa y controle las etiquetas de los alimentos. Si evitas un vaso de leche o un pedazo de queso con el desayuno, pero eliges panqueques, por ejemplo, la lactosa en la mezcla todavía puede causar síntomas, incluso después de cocinarse. Conoce tu cuerpo La buena noticia es que existen muchas alternativas, por ejemplo, leche de almendras o productos de leche de soya, y no todos los productos lácteos están prohibidos. Ciertos quesos duros, además de los utilizados en la pizza como la mozzarella y el parmesano, tienen niveles muy bajos de lactosa. Si la pizza le molesta el estómago, otro ingrediente podría ser el culpable, señala el Dr. Lashner. O bien, si come demasiado de una sola vez, los bajos niveles de lactosa en estos quesos podrían sumarse y provocar síntomas. Los pacientes pueden tratar de tomar leche sin lactosa o tomar suplementos para ayudarlos a digerir la lactosa. Solo tenga en cuenta que estos productos tienen sus límites. La leche sin lactosa tiene un sabor más dulce que la leche real, y a muchos no les gusta. Y con los suplementos, "es posible que no obtenga suficiente lactasa para digerir la lactosa antes de que llegue al intestino", dice el Dr. Lashner. Con o sin suplementos, es posible que no tenga que evitar la lactosa por completo para evitar los síntomas, dice el Dr. Lashner. Preste mucha atención a su dieta para ver qué le molesta y qué no, incluidos los tamaños de las porciones. Eso significa que puede estar bien comiendo un panqueque hecho con leche. Simplemente no tienes cinco de ellos. Al final, sin embargo, si los síntomas persisten, sepa que renunciar a la lactosa es la mejor manera de limitar sus síntomas. "Una vez que renuncie a esos alimentos y tenga menos diarrea y gases, descubrirá que no echará tanto de menos esos alimentos", dice el Dr. Lashner.