miércoles, 30 de septiembre de 2009

Tema para el 7 de Octubre

Grasas saludables para que nuestro organismo funcione correctamente
Normalmente asociamos las grasas a una mala salud o un tipo de nutriente nocivo para nuestro organismo, y no es así. Las grasas junto a los hidratos de carbono son una de las principales fuentes de energía de nuestro cuerpo, lo que las hace esenciales en nuestra dieta y las debemos consumir de forma moderada.
Las grasas se dividen en dos tipos, las grasas saturadas principalmente de origen animal, y las grasas insaturadas que encontramos en vegetales, pescado… El consumo de éstas es totalmente necesario para el buen funcionamiento de nuestro organismo, aunque debe ser moderado, sobre todo en el caso de las grasas saturadas, ya que un exceso traerá graves consecuencias para nuestro cuerpo. Por el contrario la ingesta de grasas insaturadas puede hacernos mucho bien.
Vamos a diferenciar entre las grasas beneficiosas o saludables y las nocivas o perjudiciales para el organismo. Controlando los alimentos que contienen un tipo u otro de grasa podremos mejorar nuestra salud en gran medida. Y es que nuestro equilibrio corporal y el buen funcionamiento de nuestro organismo dependen de un conocimiento de los alimentos que debemos o no comer.
Para comenzar empezaremos con las grasas saludables. Son las que pertenecen al grupo de las insaturadas. Son grasas en estado puro, es decir, ningún otro organismo las ha transformado anteriormente, por lo que están a disposición de nuestro cuerpo para ser transformadas a su antojo y aprovechadas al máximo. Este tipo de grasas se encuentran en alimentos de origen vegetal como el aceite de oliva virgen o en el pescado en el que se encuentran en forma de omega 3. Su consumo regular es indispensable para un buen funcionamiento de nuestro organismo.
Una alimentación rica en este tipo de ácidos grasos insaturados nos ayudará a evitar enfermedades como las cardiovasculares, pues debido a sus propiedades depurativas de la sangre tienen la función de reducir el nivel de colesterol y de triglicéridos en la sangre, con lo que nuestra presión arterial se reducirá, y con ella el riesgo de sufrir infartos. Además, ayudan a regular nuestro organismo evitando trastornos como la obesidad…
Por otro lado tenemos las grasas saturadas, las cuales también son indispensables para el buen funcionamiento de nuestro organismo, pero su consumo debe ser muy limitado. Este tipo de grasas se encuentra en la carne, aceites de coco y de palma, muy utilizados en la pastelería industrial y alimentos preparados industrialmente. Una ingesta habitual de este tipo de alimentos desembocará en aumento del colesterol, reducción de la capacidad del organismo para reducirlo, lo que conlleva un aumento de las enfermedades cardiovasculares así como un desequilibrio de nuestro organismo.
Por todos estos motivos debemos consumir principalmente grasas insaturadas que nos aportarán la salud y el bienestar necesario para nuestro organismo, así como la energía que requerimos para el buen funcionamiento del organismo.

miércoles, 23 de septiembre de 2009

Tema para el 30 de Septiembre

La importancia de los azucares reductores en el proceso de la papa frita y sus efectos en la salud.

Investigadores del Instituto de Biotecnología del INTA-Castelar y la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires (FCEyN) desentrañaron uno de los mecanismos por los cuales la planta de papa acumula glucosa en sus tubérculos. El hallazgo, publicado en la última edición de Plant Molecular Biology , permitiría obtener variedades con menor contenido de azúcares reductores, responsables del oscurecimiento que sufre la papa durante la fritura o el horneado, un proceso en el que se forman grandes cantidades de poliacrilamida, un compuesto potencialmente cancerígeno. Los científicos fabricaron plantas de papa transgénicas: les incorporaron un fragmento de ADN que contiene el gen Asr1 -la familia de genes Asr se activa bajo estrés y durante la maduración de los frutos- del tomate unido a elementos regulatorios. De esta manera, pudieron aumentar o disminuir la actividad de ese gen y estudiar los efectos de los cambios. "Demostramos que si alteramos la expresión del gen Asr1 se modifica la cantidad de glucosa en el tubérculo", dijo Fernando Carrari, investigador del Conicet y uno de los autores. En efecto, el trabajo muestra que en las plantas donde la actividad del gen es mayor hay menos azúcar en sus tubérculos. Según Carrari, ese efecto se debería a una menor producción de la proteína que transporta glucosa hacia y desde el interior de las células. Pero el estudio muestra también que las variaciones del Asr1 también alteran el contenido de otras sustancias celulares, como ácidos orgánicos y aminoácidos. "Estamos tratando de obtener los permisos para hacer experimentos en campo y validar estos resultados -agregó-, porque el ambiente puede cambiar lo que observamos en el invernáculo." Si los ensayos pueden reproducirse fuera del laboratorio, el paso siguiente es obtener papas transgénicas con la cantidad de azúcares reductores adecuada, de manera de reducir al mínimo el oscurecimiento y sin perder el sabor. La importancia de lograr un transgénico que alcance el "justo equilibrio" en la cantidad de esas sustancias está en que la industria mundial de papas fritas mide la calidad del producto por su contenido en azúcares reductores. De hecho, la Unión Europea elaboró una clasificación a partir de ello y prohibió la venta de papas para consumo humano cuando superan cierto valor máximo de esos compuestos. En el laboratorio, en tanto, los resultados obtenidos generan entusiasmo y nuevas hipótesis: "Este es un nuevo punto de partida para estudiar la relación entre el estrés y el transporte de azúcares porque esto nos puede estar diciendo que, como mecanismo de defensa ante el estrés, la planta redistribuye los azúcares en todos sus órganos", especuló otro de los autores, doctor Norberto Iusem, director del Departamento de Fisiología, Biología Molecular y Celular de la FCEyN. Y Carrari anunció: "Tratamos de reproducir esto en el tomate por su relevancia para la industria de conservas".

jueves, 10 de septiembre de 2009

Tema para el 9 de septiembre

La bioquímica del amor... ¿sólo eso?


De acuerdo con el estudio que cita Larry J. Young, los científicos podrían reducir el amor a una cadena de sucesos bioquímicos
El amor, irremediable sentimiento que nos posee sin que nuestra voluntad pueda hacer nada al respecto, ha sido y será fuente de inspiración de poemas, novelas, películas, pinturas, canciones y también de experimentos científicos. La curiosidad por descubrir los intrincados secretos bioquímicos del amor motiva muchas investigaciones. En este caso, una de las revistas científicas más importantes a nivel mundial, la revista Nature en su número de enero publicó un polémico ensayo donde Larry J. Young, del Centro de Investigaciones sobre Primates Yerkes, en Atlanta, Estados Unidos, señala que los investigadores ahora intentan aislar e identificar los componentes neuronales y genéticos de esta “exclusiva” emoción humana. El ensayo argumenta que es posible que pronto los biólogos sean capaces de reducir a una cadena de sucesos bioquímicos ciertos estados mentales relacionados con el amor.
Lejano a todo romanticismo, el autor del artículo considera que el análisis de varios mecanismos cerebrales que han servido para contar con terapias farmacológicas contra la ansiedad y las fobias ahora podrían aportar en los terrenos del amor. Reduciendo al amor como una serie de reacciones químicas y eléctricas que ocurren en el cerebro.
Young basa su hipótesis en los exitosos resultados de experimentos con animales dedicados a conocer los mecanismos que regulan emociones como el amor. En estos experimentos, el elemento estrella es la “oxitocina”. Esta hormona, segregada de forma natural por el hipotálamo, ha mostrado su capacidad para crear fuertes vínculos entre animales y mejorar la confianza en las relaciones entre humanos.
Con una lógica evolutiva Young señala que los mecanismos cerebrales y hormonales que se encuentran en este fenómeno humano que llamamos “amor” son únicamente parte de un fenómeno cerebral ya que nuestras emociones se albergan en este órgano y deben haber evolucionado a partir de mecanismos existentes en nuestros ancestros mamíferos. Así, la forma en que una madre ama a su bebé no debe ser muy diferente al amor de una madre de chimpancé u otro primate, incluso de una rata.
El artículo postula que algunos mecanismos hormonales que contribuyen a formar vínculos entre progenitores y crías pudieron haberse aprovechado en la evolución para formar vínculos entre parejas. Freud seguramente estaría feliz de escuchar esto confirmando el complejo de Edipo.
Diferentes investigaciones han comprobado que la conexión entre progenitores y crías de ratas, de ganado y de seres humanos, se debe a una descarga de la hormona oxitocina que favorece los comportamientos maternales. Y en perritos de las praderas y humanos se ha visto que esta hormona participa en la formación de relaciones monógamas que duran mucho tiempo.
Pero, como había señalado en artículos anteriores, Young también sostiene que la oxitocina necesita de otro neurotransmisor: la dopamina, que es el de la recompensa y la motivación hacia un comportamiento. Esta es la hormona que aumenta con la cocaína, la heroína o la nicotina y favorece la euforia y la adicción a un producto.
En el caso masculino, existen otros caminos neuroquímicos: en los machos de ratones de la pradera, la vasopresina es la hormona que potencia la unión a la pareja, la agresión a los rivales y los instintos paternales.
En su artículo, Young afirma que existe “un solapamiento intrigante entre las áreas del cerebro involucradas en el establecimiento de los vínculos de pareja en los perritos de la pradera y aquellas asociadas al amor en humanos”. En su opinión, gracias a los modelos con animales se está empezando a deconstruir el fenómeno amoroso y la posibilidad de que un “pretendiente sin escrúpulos pueda deslizar una poción amorosa farmacéutica en nuestra bebida” no está lejos.
De alguna forma el artículo de Young saca conclusiones pretenciosas simplificando los resultados de los experimentos sin considerar que una vez que existe la cultura, el funcionamiento de los seres humanos se vuelve mucho más complejo que el de los animales. Pero eso no impide que ya hoy en día existan productos a base de feromonas y oxitocina que prometen mejorar la vida sexual y amorosa de quienes los apliquen. Obviamente la posibilidad de generar una “píldora del amor” con oxitocina son inquietantes, aunque algunos científicos proponen que más que generar un fármaco del amor, se podría utilizar la sustancia de modo cosmético, este simple hecho plantea que quizá en un futuro cercano tengamos que tomar decisiones como sociedad hacia este tipo de productos.
Lo definitivo es que simplificar este sentimiento humano a reacciones químicas o a simples señales eléctricas es reducir una obra maestra en pintura a un conjunto de colores, a un delicioso pastel solamente en sus ingredientes, cuando efectivamente las reacciones químicas y las señales eléctricas son elementos de la más grande experiencia humana.

miércoles, 2 de septiembre de 2009

Tema para el 9 de septiembre

La cara oculta de los endulzantes artificiales: Sus consecuencias sobre la salud
(Aspartame, sucralosa, sacarina y taumatina no son los nombres de fármacos sino de algunos edulcorantes (endulzantes artificiales) que se emplean en infinidad de productos ligeros con bajo contenido energético.

Los usan para hacer desde caramelos sin azúcar y chicles hasta mazapanes, turrones, gaseosas, yogures y productos para diabéticos.

Pero ¿son seguros? Al igual que otros alimentos, todo es cuestión de medida, porque hasta el agua puede ser perjudicial si se toma en exceso.

Los edulcorantes son muy bajos en calorías, aportan poco o ningún nutriente al organismo y tienen una capacidad de endulzar potente, hasta cientos de veces la del azúcar.

Pero difieren en cuanto a su aporte de calorías y poder endulzante, la sensación que dejan en la boca, la duración del sabor, la solubilidad y la estabilidad, y ninguno es ideal para todos los usos.

Brindan beneficios muy puntuales para la salud, sobre todo en los casos de diabetes y caries. Pero, expertos opinan que no conviene usarlos siempre en lugar del azúcar, porque si bien disparan los mecanismos de liberación de la hormona insulina al igual que el azúcar, los sistemas que controlan la glucosa en la sangre están preparados para funcionar mejor con esta última.

En un artículo publicado recientemente en www.minutouno.com, la doctora Elba Albertinazzi, presidenta de la Asociación Argentina de Médicos Naturistas, hace el siguiente recorrido por los distintos tipos de edulcorantes, sus orígenes y sus efectos sobre la salud.

• La sacarina (1878) es el edulcorante sintético más antiguo y popular, debe evitarse durante el embarazo, pues atraviesa la placenta, y se ha observado un efecto indeseable sobre el feto en los animales. Es un derivado de las sulfamidas y puede causar alergia en algunas personas, su eliminación por orina produce una irritación crónica.

• El ciclamato (1937) es un edulcorante industrial, no muy estudiado hasta ahora: se lo relacionó con cáncer de vejiga, y con posibles efectos dañinos sobre el embrión o el feto, pero no se han detectado problemas en las cantidades utilizadas habitualmente; a pesar de ello, por las dudas y por el desconocimiento que se tiene, su uso no es demasiado recomendable, sobre todo en niños, ya que se usa en bebidas y postres.

• El aspartamo o aspartame (1965) tiene un poder edulcorante muy alto (200 veces superior al del azúcar de mesa), su consumo debe limitarse en las personas que padecen fenilcetonuria. No soporta temperaturas altas, por lo que no se usa para cocciones al horno.

• El acesulfamo K (1967) es 200 veces más dulce que la sacarosa, y presenta gran estabilidad en las aplicaciones alimenticias. No se metaboliza: se excreta sin cambios.

• La sucralosa -Splenda(R) o aditivo E955-. Es 320 a 1000 veces más dulce que la sacarosa, casi el doble de la sacarina y cuatro veces más dulce que el aspartamo. La sucralosa se extrae del azúcar a través de un proceso patentado de varios pasos que sustituye selectivamente tres átomos de grupos hidróxilo por tres átomos de cloro en la molécula de sacarosa. Los átomos de cloro crean una estructura molecular que es excepcionalmente estable y unas 600 veces más dulce que el azúcar, aunque el exceso de cloro es tóxico para el organismo.

• El Jarabe de Maíz de Alta Fructosa, que está presente en muchísimos alimentos, puede producir lesiones hepáticas. Además, como estimula la secreción de insulina, aumenta el apetito.

• El jarabe de maíz de alta fructosa (JMAF) se fabrica mediante la isomerización de la dextrosa en el almidón de maíz. Ha reemplazado al azúcar en muchos alimentos y bebidas, por su mayor poder edulcorante y solubilidad que le permite incorporarse fácilmente a los productos, por sus propiedades funcionales que realzan el sabor, el color y la estabilidad del producto y por su bajo precio. Además sinergiza el potencial edulcorante de la sacarosa y de otros edulcorantes no nutritivos y por eso se usa industrialmente.

El jarabe de maíz de alta fructosa está presente en numerosos productos: Gaseosas, bebidas de fruta, bebidas deportivas, productos horneados, caramelos, mermeladas, yogures, condimentos, alimentos enlatados y envasados y otros alimentos endulzados.

Sin embargo, el JMAF produce graves daños en la salud: La sobrecarga del hígado con fructuosa aumenta el ácido úrico, por lo que puede producir lesiones hepáticas. Secundariamente, estimula la secreción de Insulina, lo que aumenta el apetito.