En un Universo compuesto en gran parte por hidrógeno, y en menor medida por helio y oxígeno, solo unas condiciones muy concretas permiten la formación de las moléculas orgánicas, que son aquellas que tienen átomos de carbono en su interior y que pueden ser aprovechadas por las células como los ladrillos básicos de la vida. Así, mientras que las nebulosas y las entrañas de las estrellas son «fábricas» de átomos más complejos, parece que es en el polvo interplanetario y en los resquicios de grandes rocas donde la radiación procedente del Sol y del espacio exterior pueden interaccionar con ellos para sintetizar primero moléculas orgánicas simples y luego moléculas orgánicas más complejas.
Durante muchos años, los científicos han tratado de averiguar cómo es posible que a partir de estos precursores se formen todas y cada unas de las biomoléculas (proteínas, ácidos nucleicos, lípidos, etc) que forman los seres vivos, una tarea que resulta complicada porque cada una de ellas tiene una naturaleza química distinta y por ello su propia historia. Además, otra de las complicaciones nace del hecho de plantearse si estas moléculas se formaron en la Tierra, o bien si llegaron a ellas «a bordo» de cometas que se estrellaron contra su superficie. Ahora, un estudio elaborado por un equipo internacional, en el que han participado científicos del CSIC, ha publicado en la revista «Science» el descubrimiento de moléculas orgánicas que podrían ser precursoras de la vida sobre la superficie de un cometa. En concreto, han encontrado cuatro sustancias que nunca se habían analizado antes en estos cuerpos, y lo han hecho en la superficie del cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko, gracias a los trabajos realizados por el módulo Philae, el compañero de la sonda Rosetta.
«Algunas de las moléculas orgánicas halladas en el polvo del cometa se consideran precursores de la vida, pues intervienen en la formacion de aminoácidos esenciales o de bases nucleicas. Además, cuatro de ellas (isocianato de metilo, acetona, propanal y acetamida) no se habían descubierto anteriormente en otros cometas», ha explicado Guillermo Muñoz Caro, un investigador del Centro de Astrobiología, un centro mixto que depende del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y del Instituto Nacional de Técnica Aerospacial (INTA), que ha participado en el análisis de los datos obtenidos procedentes del cometa.
¿De dónde venimos?
Según ha explicado este científico, los resultados tienen importancia desde el punto de vista astrofísico, porque refuerzan la teoría de que los cometas se formaron a partir de granos de polvorecubiertos de hielo en la gran nube que luego formó al Sistema Solar. Pero también tienen importancia para el estudio del origen de la vida sobre la Tierra, porque podría ayudar a entender si es posible que hace 3.800 millones de años el gran bombardeo de cometas que sufrió el planeta supuso la llegada de los precursores de la vida.
En esta investigación, dirigida por Fred Goesmann, del Instituto Max Plank para la investigación del Sistema Solar, se ha analizado la composición del cometa usando un dispositivo diseñado para identificar compuestos orgánicos presentes tanto en las proximidades del cuerpo como en el suelo. Así, después de que Philae rebotara y luego se posara en 67/P, detectaron la presencia de 16 compuestos orgánicos. Varios de ellos tenían nitrógeno, uno de los elementos principales de los seres vivos.
Una investigación en curso
«Esto no ha supuesto grandes sorpresas y en realidad no es definitivo», ha alertado Fred Goesmann, el líder de la investigación. «Esperamos que Philae puede taladrar la superficie del cometa y más adelante tengamos aún mejores resultados».
La presencia de estas moléculas orgánicas complejas que se han encontrado en el interior de 67/P, es un indicio acerca de la formación de los cometas. El motivo es que estas sustancias solo pueden formarse cuando interaccionan con la radiación ultravioleta procedente del Sol y con los rayos cósmicos procedentes del espacio, cosa que solo puede ocurrir cerca de la superficie. Por ello, una explicación para encontrarlos en el núcleo de 67/P es que este se hubiera formado por la agregación de granos de polvo que hace millones de años estaban bañados por la radiación.
Philae, módulo de la misión Rosetta, fue el primer artefacto humano en aterrizar sobre un cometa. Después de rebotar y de posarse sobre la superficie, se quedó sin baterías y permaneció «dormido» durante siete meses. Ahora, Goesmann explica que se espera seguir recogiendo datos con cuentagotas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario