viernes, 20 de marzo de 2015

NO HAY DIFERENCIA ENTRE LA INTELIGENCIA DE LOS ANIMALES Y LA DE LAS PLANTAS

Tomado de www.abc.es
Stefano Mancuso es profesor asociado de la Universidad de Florencia y dirige el laboratorio internacional de Neurobiología Vegetal. Estuvo en España hace unas semanas para presentar su libro “Sensibilidad e inteligencia en el mundo vegetal”, editado por Galaxia Gutenberg. Rodeado de cierta polémica por parte de sus colegas del mundo vegetal, Mancuso impartió una conferencia en el Real Jardín Botánico de Madrid retransmitida por TEDxGran Vía. Entre los puntos en discordia destaca el término “neurobiología vegetal", ya que, argumentan sus colegas, las plantas carecen de sistema nervioso, y también el concepto mismo de inteligencia vegetal. En su conferencia Mancuso desmitificó algunas creencias sobre las plantas y abrió otros interrogantes en el auditorio.
-Me ha llamado la atención el término “neurobiología” vegetal. ¿Significa esto que las plantas tienen un sistema nervioso?
-No. Ese término nació para indicar que en el ámbito vegetal se pueden aplicar las mismas técnicas que en las neurociencias. Las plantas no tienes neuronas, ni nervios, pero si consideramos que las neuronas del cerebro de los animales son células que producen y transportan señales eléctricas, en las plantas la mayoría de las células ejercen este tipo de función. Y si nos fijamos en la raíz, vaemos que hay una producción mayor que en el resto de la planta de células que transmiten señales eléctricas, por lo que sí que hay similitudes entre los dos reinos.
-Defiende que las plantas tienen inteligencia, ¿como define esa inteligencia vegetal?
-No hay diferencias entre la inteligencia de animales y plantas. El problema de la inteligencia es su definición. Solemos limitarla al ámbito humano o a animales parecidos al ser humano, pero creo que eso limita un fenómeno biológico más amplio. Yo la defino como la capacidad de resolver problemas. Si vemos así la inteligencia, todos los seres vivos han de solucionar problemas. Y si no, la evolución hace que desaparezcan. La inteligencia es una propiedad de la vida que todos los seres vivos deben tener para sobrevivir.
-Eso, en términos darwinianos, sería la capacidad de adaptación...
-Podría ser, en un cierto sentido. Pero a diferencia de la capacidad de adaptación darwiniana, que requiere mucho tiempo, la inteligencia se considera en el transcurso de una vida. Darwin define la inteligencia como una herramienta que se desarrolla a lo largo de la vida, y mi idea es muy parecida a la de Darwin. Es algo que está tanto en las bacterias como en los hombres, pero difiere en cantidad.
-Asegura que las plantas duermen. ¿Cómo lo hacen?
-Las plantas duermen de forma muy parecida a los animales. Tienen un ciclo diurno, activo, y otro nocturno, de descanso. También hay plantas que son nocturnas, como algunos animales, y los ciclos van al revés. La fase de descanso de las plantas tiene las mismas características que en los animales. Por ejemplo, no tienen sensibilidad del entorno. Incluso las posiciones de descanso son parecidas. Muchas plantas cierran sus hojas o las colocan en una posición distinta. Y, como los animales, a medida que cumplen años necesitan menos sueño. Hay diferencia en la cantidad de sueño que necesitan las plantas jóvenes y las más mayores. Y también es un tema de genes que se activan de forma diferente, igual que ocurre con los animales.
-Pero no sueñan, que sepamos...
-No, eso no (ríe).
-¿Qué función cumple el sueño en las plantas?
-Por qué dormimos no lo sabemos con certeza. Tampoco en las plantas. A menudo lo relacionamos con la actividad cerebral pero no hay ninguna prueba científica y suelen ser teorías. Las plantas no tienen cerebros, pero sus procesos son similares a los de los animales.
-Hay mucha gente que toca las plantas porque cree que transmiten energía positiva, ¿es cierto?
-Si se toca una planta pequeña, de las de casa, a la planta no le gusta nada. Un experimento sencillo puede servir para demostrarlo. Se ponen un par de habas en agua, para que germinen. A una la tocamos un minuto al día y a la otra no. Al cabo de dos semanas podemos observar que la que hemos tocado ha crecido menos. Respecto a tocar o abrazar los árboles, no hay ninguna prueba científica, pero sí entiendo que puede ser positivo para la psique ese contacto con la naturaleza.
-¿Sirve de algo hablar a las plantas?
-No. Se hizo un experimento en el que se leían libros a una serie de plantas y a otras no y se comparaba su crecimiento. No había diferencias significativas entre ambos grupos. Y eso que los autores eran buenos [bromea]. Sólo hubo una pequeña diferencia cuando les leyeron un fragmento de Darwin. Crecieron más deprisa. Pero no era significativo. [De nuevo bromea] Podría significar que lo que oían no les gustaba y querían escapar, por eso crecían más deprisa, explica riendo.
-¿Y ponerles música?
-Las plantas no pueden apreciar ningún tipo de música. Perciben solo vibraciones y frecuencias. Y prefieren las más bajas, las más comunes en la naturaleza, entre los 100 y 400 hertzios, que sonaría como la sirena de un barco. Cuando hablo de preferencias, me refiero a que al poner una fuente de sonido de 300 hertzios, las raíces de las plantas tenderán hacia esa fuente de sonido.
-¿Por qué?
-Esa frecuencia, en torno a 300 hertzios, es parecida a la que produce el agua que fluye. Una posibilidad es que asocien esta frecuencia con la presencia de agua.
-¿Una especie de búsqueda de agua guiada por el sonido?
-Sí
-Un poco de ciencia ficción. ¿Una planta puede detectar a un asesino, como sugería una película de detectives de hace años, y temblar de miedo cuando le ve?
-(Ríe) Recuerdo esa película y creo que era italiana. Pero no es verdad. Las plantas no tienen posibilidad de reconocer a las personas, ni tampoco a un asesino.
-¿Tienen sentimientos, sienten miedo, por ejemplo?
-Depende. Sentimientos en términos humano, no. Pero como forma de comportamientos de las plantas, en este caso sí. Por ejemplo, si ponemos plantas de la misma familia a crecer juntas vemos unos comportamientos diferentes que si no pertenecen a la misma familia. Pero si hablamos de sentimientos como miedo, antipatía, odio, en ese caso, no.
-¿Sienten dolor?
-Las plantas están diseñadas para ser comidas y el dolor es un mecanismo de defensa de los animales para huir del peligro. Las plantas no pueden moverse. No creo que sientan dolor, pero no hay evidencias en un sentido u otro.
-Dice que las plantas tienen nuestros cinco sentidos, más otros diez. Podemos entender el tacto, porque las tocamos y reaccionan, como las mimosas; o el oído, por medio de vibraciones, como ha explicado. ¿Pero y el olfato/gusto y la vista?
-Las plantas ven la luz y sus diferentes cualidades. Huyen de la luz azul, por ejemplo, porque representa la sombra, y prefieren la amarilla y roja, propia del sol.
-Habla de vida social de las plantas y cuidados de padres a hijos, ¿cómo es posible esto?
-La vida social de las plantas es muy activa. Como no pueden moverse, tienen que tejer unas relaciones sociales útiles con las plantas vecinas. Hablamos de colaboración o avisos de amenazas. Por ejemplo, hablando de los hijos, se ha visto que les proporcionan cuidados muy largos en el tiempo. Si imaginamos una semilla que cae en un bosque, que puede ser un lugar muy oscuro, antes de que pueda crecer y llegar a la luz del sol para hacer la fotosíntesis. Puede pasar un periodo de 10 a 20 años, en los que la planta necesita cuidados, porque no tiene autonomía, y esos cuidados se los proporcionan las plantas de su mismo clan que están cercanas, a través de las raíces, hasta que pueda hacerlo por sí misma.
-¿Si he entendido bien, otros miembros de su clan, alimentan a las plantas jóvenes?
-Sí. Les pasan savia. Hay un ejemplo muy bonito. Hace algunos años en un bosque Canadá se protegió el sistema radical de un abeto, pero la planta no podía alcanzar el agua y los nutrientes y se creía que iba a morir en poco tiempo. Sin embargo, vivió cerca de 5 años, y eso fue por los nutrientes que le pasaban las plantas que tenía alrededor. Y esto es algo excepcional que es muy difícil encontrar en el mundo animal.

lunes, 2 de marzo de 2015

¿Cuántos microbios viven en nuestro cuerpo?



Bacterias
Hasta ahora conocíamos muy poco sobre los billones de microbios que habitan en nuestros cuerpos.
"Cuando me levanto de la silla, se levantan conmigo diez veces más células bacterianas que humanas", dice Bruce Birren.
Él es uno de los cientos de científicos estadounidenses que están elaborando el mayor mapa hecho hasta ahora de los microbios que viven dentro de nosotros.

No se trata de gérmenes que necesitan ser eliminados, sino de una parte fundamental de nuestro organismo, precisan los investigadores.El Human Microbiome Project (Proyecto del Microbioma Humano) ha catalogado muchas de las bacterias, virus y otros organismos que viven en contacto íntimo con nosotros.
Hasta ahora conocíamos muy poco sobre los billones de microbios que habitan en nuestros cuerpos.
Durante siglos, solo podíamos investigar los microbios que sobreviven en un laboratorio y estudiarlos aisladamente; a menudo solo de uno en uno.
Pero con la mejora de las tecnologías que secuencian el ADN, el Proyecto del Microbioma Humano ha sido capaz de descubrir microbios que no habían sido vistos antes y observar cómo se comportan en comunidad.

"Bichos beneficiosos"

¿QUÉ HACEN LAS BACTERIAS?

Los microbios nos permiten:
  • obtener energía de la comida.
  • absorber las vitaminas.
  • producir moléculas que combaten las inflamaciones.
  • desarrollar nuestro sistema inmunológico.
Buena parte de los resultados de este proyecto que comenzó hace cinco años han sido publicados en las revistas Nature y PLoS.
Los expertos de los Institutos Nacionales de Salud de EE.UU. extrajeron muestras de microbios de más de 200 hombres y mujeres en buen estado de salud.
Y las pruebas mostraron que hay más de 10.000 diferentes tipos de organismos en el microbioma de un humano sano.
La mayoría de ellos parecen no ser dañinos. De hecho, cada vez hay más pruebas de que estos microbios nos benefician de distintas maneras.
Algunos nos permiten obtener energía de la comida y otros nos ayudan a absorber nutrientes, como las vitaminas.
Los científicos están interesados en particular en saber por qué estas bacterias dejan de cumplir a veces su función.
"Ahora tenemos un listado telefónico de cien de estos microbios, que en un determinado medio ambiente, pueden convertirse en malos", dice Curtis Huttenhower, de la Escuela de Salud Pública de Harvard, otro de los colaboradores del proyecto.
Huttenhower explica que la capacidad de consultar esta nueva base genética y de investigar los microbios que dejan de cumplir su función será de gran importancia a largo plazo.

Territorio desconocido

Recreación de una mano con microbios
Hay más de 10.000 diferentes tipos de organismos en el microbioma de un humano sano.
Lita Proctor, que dirige el programa, dice que cada vez tienen más claro que nuestro microbioma se desarrolla en las primeras etapas de nuestra vida.
"El genoma humano es heredado pero el microbioma humano es adquirido y eso significa que tiene propiedades mutantes y cambiantes muy importantes".
"Eso nos da algo importante con lo que trabajar en la clínica. Si puedes manipular el microbioma, puedes mantenerlo sano o también sanar el que no lo está", dice.
¿Pero quién es propietario de los microbiomas que habitan nuestros cuerpos? y ¿qué supone esto para la regulación de los alimentos probióticos que pueden cambiarlos?
Son preguntas que formula la experta en ética Any McGuire, de la estadounidense Escuela de Medicina Baylor, y que, según ella, necesitarán ser limadas conforme avance nuestro conocimiento de este área.
Pero aún nos queda mucho por conocer sobre cómo se relaciona el microbioma con las células humanas, dice el profesor David Relman, de la Universidad de Stanford.
"Es todavía un territorio desconocido. Incluso aunque es nuestro terreno, aún estamos descubriendo nuevas formas de vidas en él", asegura.

Nota:Podemos llegar a tener más de 100 billones de bacterias en el intestino y la boca, que pesan alrededor de 2.5 kilos. Equivale a que tengamos más procariotas en nuestro cuerpo que el número total de individuos que la humanidad ha llegado a tener desde su inicio hasta la actualidad.
Esto quiere decir que si hacemos una lista de los genes en nuestro cuerpo, la mayoría no son humanos.
Referencia. Zimmer, Carl, () Microcosm. p. 52 ISBN